jueves, 1 de julio de 2010

Ya no estuvo tan chido dormir.

No quería decirlo. Así como eso que fue tan estúpido que creo que si la gente se entera me empalaría por haber terminado la primaria y aún así ser tan lerda como para haber cometido tal tontería.

Pero ya fue mucho.

Hoy, espero no tener lectores.

El jueves 17 tuvimos, la mitad beginner de la Licenciatura de Piano, un recital en el Aula Laureano Roncal. Me fue bien. Me sentí genial.

"Podría dedicarme a esto"

Y lo haré.

Celebré con Dianita y Rodrigo, comimos algo y Rodrigo nos llevó a casa.
Subía las escaleras, triunfal, tranquila, con una sonrisa en la cara, cuando sentí el dolor en la oscuridad.

Animalejo del carajo el que me picó para luego huir cincuenta centímetros y morir.

Fui toda una persona práctica. No me puse asusté, no me enojé, no maldije a los vástagos que el arácnido aquel no tendría, no le grité ni a Dios ni al Cielo ni a mi madre que algo me dolía. No. Actué con rapidez y de acuerdo como fui enseñada a reaccionar con esos infelices que le dan a Durango el título de "Tierra de los alacranes".

Así que realmente no hubo gran historia tras ello.

...

No porque no hiciera drama esa vez no significa que haya superado mi temor a los arácnidos.
Todo lo contrario.

No he podido gritar como histérica loca un "Me tocóoooooooooooo. ¡¡¡¡ME TOCÓOOOOOO!!!!"

Mi madre no ayuda con sus paranoias todoloquehacesvaaatraeralgúnanimalejodelmalyyavalistemadres.

Noche tras noche, apartir de ese día en algún lugar de mis elaborados, nítidos, detallados, exhaustivos y fumados sueños veo una alimaña y temo. Temo porque si fui suertuda para que no me pasara nada una vez, quien dice que a la segunda la suerte no me trata tan bien.

Ahora, después de soñar, me encuentro pensando en sólo esa ponzoña y ni siquiera logro recordar lo demás de mi historia, aún si es más importante, interesante o digna de atención.

Van dos semanas de sueños y ya no se me antoja tumbarme en la cama a dormir.

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