viernes, 17 de septiembre de 2010

Al menos el drama fue mexicano

La noche del quince fue una reunión pequeña con dos invitados de más que nunca llegaron.

Comienzo a ver mejor la influencia que tiene Talia en este tipo de reuniones.

Todos tenemos problemas; más con nosotros mismos que con cualquier otra persona. Pero los suyos nos llegan a afectar. Su falta de confianza y de capacidad para expresar las cosas que desea raya en la violencia y los extremismos.

Talia estaba especialmente filosa. Comentarios hirientes, ataques poco disimulados. Jenny le seguía la corriente, y, aunque no de manera tan destructiva, también iba contra Jorge, quien hacía lo posible por ignorar todo y concentrarse en comer. Leo estaba molesto y tratando de no armar un pleito, y yo tratando de mantener unido al grupo y de romper las tensiones con alguna broma, o usando todo el carisma que pudiera (plasmado en un sombrero mexicano).

Las llamadas de Gladyss comenzaron a las diez. Leo contestó el teléfono para gritarle y dejar un ambiente denso.

Finalmente fue requerido el tabaco. Se separaron los grupos y comenzaron a saltar las penas.

Suspiros. Preguntas. Humo. Quejas. Maldiciones. Humo.

Tenía sueño, y antes de acurrucarme dentro del Ka negro estacionado fuera de mi casa, Talia llegó enojada.

-¿Puedes salirte, por favor? Yo me voy de aquí.

Jenny la miró y le habló suavemente.

-¿N-No... Puedo ir contigo?-titubeó.

-Sí. Pero ya. Jorge, sal del auto.

-Pero... Debo ir por mis cosas.

-No.

-Mi ropa... Y mi cartera...

-... Pero rápido.

Corrimos hacia la casa. Jenny se despidió con un "te quiero" que no pude corresponder, y, tras subir al auto, arrancó rápidamente sin esperar nada.

Entramos a la casa, los dos chicos y yo, a eso de la medianoche.

Leo comenzó a hablar, dijo lo que había pasado según su perspectiva y las preguntas que se hacía al respecto.

Me cansé. No es la primera ni la última persona que ignora lo que yo digo, y cuando termina pasando se quejan de que nadie les avisó.

-Yo te dije que no iba a funcionar. Y te dije por qué. Y te lo dije frente a un piano y te lo dije en la banca de una plaza, pero nomás no lo ves.

El sujeto en cuestión comenzó a defenderse y a explicarse. Me reí del supuesto "nunca la voy a perdonar" de Gladyss, cuando me lo contó él y cuando me lo contó Talia.

Francamente para mí los dos se lo habían buscado y si había algo que me molestaba era que ambos preocupaban a sus amigos por lanzarse al fuego ellos solos.

Decidimos no hablar más del asunto, y comenzó una plática de intimidad a la cual no le puedo echar la culpa al alcohol.


"Ahora que los escucho, me pongo a pensar en la persona aburrida y normal que soy"
...Y a mí me hace pensar en lo enfermos que estamos.

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