martes, 5 de julio de 2011

Mujeres necias que acusáis la cobardía del hombre sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis


Desde que salimos de la exposición de pintura el estómago no paraba de dolerme.

Recién había comprado el celular, y aunque no entendía muy bien lo del registro pensé en usarlo para hacer la llamada. Las tres personas que conmigo estaban me aconsejaron llamar al día siguiente; un poco aliviada de no tener que hablar ese día continué caminando con las dos chicas, abrazando mi panza con una mano.

La noche fue terrible. El dolor se hizo tremendo y sólo podía dormir en los pequeños ratos que el cansancio ganaba una pequeña batalla que mis gemidos luego se encargaban de arreglar. Me retorcía en la cama, ahogaba mi cara en la almohada y me quejaba, hasta que dieron las cuatro de la mañana.

Suficiente. Bajé las escaleras y me paré frente a la puerta del cuarto principal, como tantas veces cuando niña.

Curiosamente la molestia estomacal ahora era leve. ¿Qué diablos?

No quería molestar a mi madre, pero tampoco confiarme de la inusual calma, así que me fui a sentar a la sala. Dieron las seis de la mañana, cuando mi padre llegó me pegó en el brazo, se sonrió y fue al baño. No me dolía tanto, pero...

"Quiero a mi mamá"

Fui y me tumbé a su lado explicándole mis dolencias. Ese día no fui al taller de Jazz y no pude levantarme de la cama sino hasta las 2 de la tarde.

Sintiéndome menos mal, pero lejos de sentirme "bien", tendí la cama donde pasé mi mala noche, y me puse los lentes mientras decidía qué disco colocar en el aparato reproductor de música. Eran las 3:50 p.m.

Mi primer opción fue colocar "Can't take my eyes off you" de Muse, para empanarme. Pero luego, el miedo. Quizás sería mejor "Tragedies" de Sasaji Masanori. O a lo mejor debería de hacer la cochina llamada.

"Mala idea" pensé en cuanto comencé a sentir las náuseas en mi estómago. No sólo era el dolor sino los malditos nervios...

Me senté y observé su número en mi celular. El primer número. Hasta me da vergüenza verlo, casi como si estuviera ahí a propósito. Mi pulso se aceleraba.

Llama. Llama. Llama.

Será un casual "¿Fulanito? Hola, ¿qué tal? Es zutanita. Hey, llamaba para ver si tienes tiempo libre esta semana para salir conmigo". Así. Simple.

...Mejor lo digo primero en voz alta. Repetí. Se oyó tan ridículo en mi voz.

Bueno, no importa cuánto lo ensaye la que cuenta es la que le diga, a fin de cuentas. Aplasté el botón para llamar.

"Fulanito. Rechazada..."

Ok, Movistar, no me ayudas en nada.

"Acceso denegado".

Tomé el teléfono de la casa y marqué 12 números. Faltaba uno.

"¿Vale la pena?" me interrumpí "¿De verdad me gusta lo suficiente? ¿Es de verdad necesario que pase por esto? Ha pasado tanto tiempo, no he avanzado casi nada y estoy tan cansada... Estoy exahusta de esperar, de querer, de callar de no recibir nada a cambio, de no pedir nada. Quiero dejarlo por la paz."

Seis. Tecleé el último número, antes de dejarme entrar en más cabilaciones, y lograr deprimirme en vez de dejar de estar empanada. Esperé varios tonos. Contestaron de manera un poco hostil.

"Chingado, si de por sí tengo voz bien nena para hablar a un teléfono desconocido, así ni cómo quieran que lo arregle".

Titubeé. Mi voz comenzó a temblar. Se hacía cada vez más agudita y ñoña...

"A-h... ¿Fulanito.......?" A ver ¿dónde quedó la condenada determinación de ayer? Se fue con el té de la mañana, seguro...

"S-soy Zutanita" Su reacción, carajo su reacción. Preferiría estar lavando el baño de una cárcel que hablando conmigo. Termina esto rápido; termina, ¡termina!

"Hey, ehm-- esto... eh-- (toma aire, mujer) llamaba para ver si (¡quita en este momento esta voz de retrasada social y habla con decencia!) ¿tienes tiempo libre esta semana para salir conmigo?"

"Anda..." Dijo él. Y comenzó a explicar como no tenía tiempo, y estaba ocupada, y no eres tú ni soy yo es mi trabajo, y pues ya otra vez será, ni modo. No recuerdo qué más dijo, un cuarto de mí pensaba en lo idiota que me sentía, otro cuarto en lo mucho que extrañaba su voz...

Colgamos. Me tumbé en la cama. Fue mi primera vez haciendo el rol "masculino". Invitar a salir. Pedir el teléfono. Esperar. Hacer la llamada. No fue tan fácil llegar hasta aquí. Ahora sigue la parte de "lidiar con el rechazo". Hombres... No los vuelvo a juzgar así como si nada: la tienen difícil.

Y abracé mi estómago mientras sonaba "Still loving you".
¿Serían las mariposas o el dolor...?

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